Los incrédulos le pidieron a San Virila que hiciera algún milagro.
-¿Qué clase de milagro quieren? -les preguntó él.
Respondieron los escépticos:
-Haz que esas nubes que ahora cubren el cielo su disipen, y que brille toda la claridad del sol.
San Virila hizo un movimiento con su mano. Pero las nubes no se disiparon; antes bien se hicieron más densas, y de ellas cayeron fuertes lluvias y granizo. Los incrédulos corrieron a ponerse a cubierto.
-¡Caramba! -exclamó San Virila fingiendo asombro-. Con el tiempo nunca se sabe. ¡Es un milagro si le aciertas!
¡Hasta mañana!..