"La invención de un nuevo platillo enriquece más a la humanidad que el descubrimiento de una nueva estrella".
La frase es de aquel santo señor que se llamó Anthelme Brillat-Savarin, autor de la "Fisiología del gusto" y uno de los más grandes comilones que han sido sobre el mundo.
Yo pertenezco a las legiones de quienes gozan los placeres de la mesa. Los míos son sencillos; no necesito de refinamientos para dar gracias a Dios por haber puesto ante mí el milagro del cotidiano pan. La comida de casa es la que más me gusta: no cambio las migas norteñas que hace mi señora, o su sopa de fideo, por el más lucido manjar del restorán más caro.
Las galas de mi gula me han dado esa rotundidad ventral que los antiguos orientales juzgaban prueba de venturosa vida. Eso no me molesta. Pienso que tallas de pantalón hay muchas; vidas solamente una. Alguna vez quizá los médicos me volverán al orden. Mientras tanto, de lo bueno poco, y de lo poco, mucho.
¡Hasta mañana!..