El primer día el Señor hizo la luz. El segundo creó el firmamento. El tercero separó las aguas de la tierra, y puso en ella las plantas, los árboles, la hierba. El cuarto día formó las lumbreras del cielo: el sol, la luna, las estrellas. El quinto hizo a los animales y a las aves. El sexto creó al hombre y a la mujer...
Y el séptimo día descansó.
Sucedió, sin embargo, que al paso del tiempo surgió una caterva de predicadores que aprovechaban el domingo para decir largos sermones e inacabables homilías. (Unos hablaban de las cosas de la tierra; otros de las cosas del infierno, pero ninguno hablaba de los cosas del cielo).
Entonces exclamó el Señor muy enojado:
- ¡Caramba! ¡Ya ni el séptimo día puedo descansar!
¡Hasta mañana!..