"Hijo sacrílego".
Así era llamado el que nacía de la relación de un sacerdote con una mujer, o de una religiosa con un hombre. El título aparecía registrado en el acta de nacimiento, y acompañaba al hijo -o a la hija- para siempre.
Ahora nos indigna esa costumbre. Y sin embargo tenemos otras, aun en este tiempo, que deberían también avergonzarnos. Por ejemplo, ésa de llamar "madre soltera" a la mujer que ha concebido y dado a luz fuera del matrimonio.
Yo pienso -y aprovecho este día para decirlo- que no debemos establecer ninguna diferencia, ni aun en el habla, entre madre soltera y madre casada. Decir "madre soltera" lleva implícita una nota de reproche, y aun de desvalorización, inadmisible en nuestra época.
No digamos ya "madre soltera".
Digamos siempre sencillamante "madre".
¡Hasta mañana!..