Alejandra, mi adorada nieta, divide en cuatro partes, con una raya vertical y otra horizontal, una hoja de papel, y en cada uno de los cuatro cuadros resultantes dibuja una cruz: la primera de tamaño grande, otra algo menor, la tercera más pequeña, y diminuta la última. Me pregunta luego:
-¿Cuál es la cruz más grande?
-Ésta -respondo sin vacilar señalando la de tamaño grande.
-No -me dice ella-. La cruz más grande es ésta.
Y me señala la que hizo para dividir la hoja de papel en cuatro partes.
Cosa muy linda es que los nietos aprendan de sus abuelitos. Pero cosa más linda aún es que los abuelos aprendamos de nuestros nietos. Y especialmente de una niña tan hermosa como Alejandra, mi adorada nieta.
¡Hasta mañana!...