Éstas eran dos líneas paralelas.
Las líneas paralelas, ya se sabe, se alargan hasta el infinito sin juntarse nunca.
Pero sucede que estas dos líneas paralelas estaban enamoradas una de la otra. No necesitaron, entonces, llegar al infinito para unirse. Cierto día, cuando ningún matemático las estaba viendo, las líneas se juntaron, y fueron entonces una sola y enamorada línea.
Con esto que he contado no quiero atentar contra los principios que rigen a la ciencia matemática. Lejos de mí tan temeraria idea. Lo que quiero decir es que el amor está por encima de todas las ciencias. Tiene el amor su propia ciencia, que aunque no sea exacta tiene más fuerza que todas las otras ciencias puestas juntas.
¡Hasta mañana!..