John Dee vio en el bazar a una muchacha que preguntaba el precio de una ajorca. Cuando el mercader se lo dijo la joven mujer se entristeció, y salió a la calle.
John Dee fue a su casa y trajo un libro. Era "De Haeresibus", de Bacon, en su edición príncipe. Le entregó el libro al hombre del bazar a cambio de la ajorca.
Luego buscó a la muchacha, y en la umbría soledad del soto, junto al río, le ciñó la ajorca al pie. Ella lo ciñó con sus brazos. Y a su madura edad supo John Dee que era verdad aquello de la resurrección de la carne.
Antes de volver a su casa pasó por la taberna. Pidió una copa de vino, y dijo con sonrisa evocadora a sus amigos:
-¡Cuánta dicha nos puede dar un libro!
¡Hasta mañana!...