Daniela, mi nieta pequeñita, me llama con voz de un año y meses. Haciendo un ademán de reina me dice en forma imperativa:
-Men.
Eso quiere decir: "Ven".
Y yo voy, claro, rendido por esa suprema forma del amor que es la obediencia, o por esa suprema forma de obediencia que es el amor.
Ella me toma de la mano, me lleva al jardín y me muestra esta flor, y esta otra, y aquélla.
Háblame como ahora, Dani. Seguiré tu voz como se sigue a un ángel que anuncia la cercanía del Cielo.
Sigue llamándome siempre. Dime: "Men".
"Si tú me dices 'Men' lo dejo todo"...
¡Hasta mañana!