A don Nabor el río le llevó tres vacas, y a doña Lucha
sus nogales grandes. A nosotros el agua nos arrebató
los perales que daban fruto ya en el huerto.
Del techo del cuarto del abuelo cae una pequeña lluvia
pertinaz. “Gotera”, dicen todos. “Lágrima”, digo yo.
Cuando suceden catástrofes como ésta las gentes del
Potrero declaran con la serenidad que da el sufrimiento
repetido: “Lo hace quien puede”. Añaden luego una pregunta
sin respuesta: “¿Y a quién siguemos?”. Eso quiere
decir: “¿A quién perseguimos por esto? ¿A quién le reclamamos?”.
Tardarán las cosas en volver a ser como antes. Pero
volverán a ser como antes. Parirán las vacas que a don
Nabor le dejó el río; doña Lucha verá crecer los nogales
que aún tiene, y otros perales plantaremos nosotros en
el huerto. La tierra no deja de ser madre. Nosotros somos
hijos suyos, y nunca nos abandona. Se irán las
aguas bravas, saldrá de nuevo el sol, y será otra vez el
milagro de la flor y el fruto.
También eso lo hace quien puede.
¡Hasta mañana!..