Era la fe.
Era la esperanza.
Y era el amor.
Cierto día murió la fe.
Entre el amor y la esperanza la hicieron renacer.
Otro día la esperanza quedó muerta.
Juntos, el amor y la fe la revivieron.
Luego sucedió que murieron la fe y la esperanza.
El amor, por sí solo, las volvió a la vida.
Pero un día murió el amor.
Entonces murieron también la fe y la esperanza, y nada pudo hacerlas ya vivir.
¡Hasta mañana!...