Desde hace varios días traigo una duda teológica muy grande.
Sucede que fui en mi camioneta a un paraje de la sierra. Cuando llegó la noche decidí volver. Estrecho era el camino, y puse la reversa para dar la vuelta. Algo me hizo frenar. Inquieto, bajé del vehículo y encendí una lámpara. Me había detenido justo a la orilla de un profundo barranco. Si hubiese retrocedido un poco más, habría caído en él. A la luz de la linterna vi un gusanito. De no frenar lo habría aplastado; el gusanito habría muerto aun antes que yo.
Ahora me pregunto: ¿cuál ángel de la guarda hizo que yo me detuviera? ¿Mi ángel o el del gusanito? Porque los gusanitos deben tener también ángeles guardianes. Los merecen, al menos, más que yo. ¿Por cuál de los dos estoy con vida? ¿Por el ángel del hombre o por el ángel del gusano? Quién lo sabe. Una cosa, sin embargo, se me ocurrió pensar cuando venía de regreso: el misterioso amor de Dios abarca a todas sus criaturas y las hermana en un solo ser universal.
¡Hasta mañana!..