Llegó sin anunciarse, y se presentó a sí mismo:
-Soy el ambage.
Le pregunté, desconcertado:
-¿Puedo servirle en algo?
-Siempre se dice "sin ambages" -respondió-. Así, en plural. Yo tengo mi propia personalidad; soy un individuo, y quiero ser tratado como tal. Quiero que se me diga "ambage", en singular.
Traté de explicarle que hay algunas palabras como "víveres", "ambages" y otras que sólo se usan en plural. Se llaman "pluralia tántum", y no admiten el número singular.
-En mi caso tendrá que utilizarlo -insistió-. Cuando se refiera a mí diga "el ambage".
Así me dijo. Y me lo dijo sin ambages.
¡Hasta mañana!..