Estoy ahora frente al mar.
Eso quiere decir que estoy frente a la vida.
En la terraza de la pequeña casa de madera leo un libro.
Eso quiere decir que me alejo de la vida.
El libro trata acerca de las conchas y los caracoles marinos. A mí me gustan esas joyas de la naturaleza. Algunas tienen simetrías euclidianas; otras muestran redondeces y curvas de mujer. Sus nombres son igualmente bellos y armoniosos. Ancilla... Turbinella... Babylonia... Calpurnus... Columbella... Strombus... Terebellum... Livonia... Turritella...
Este mar, tan igual a sí mismo, y tan distinto, guarda hermosas criaturas por miríadas. Y también guarda infinitos nombres de hermosura. Oigo cómo las olas rompen en la playa, y su sonar no me parece ya monótono. Llega en ellas la voz de esas palabras melodiosas: Ancilla... Babylonia... Columbella... Y ya no escucho olas: oigo música.
¡Hasta mañana!..