En uno de los mejores días de la creación el Señor hizo esos templos vivos que se llaman árboles.
Adán los vio. Y no sólo los vio: supo todo lo que los árboles harían en bien de este planeta; más, mucho más de lo que haría el hombre por conservar su mundo.
Exclamó Adán, conmovido:
-¡Qué hermosura la de los árboles, Señor, y qué grandeza! ¿Los hiciste por todo lo que a los hombres nos darán?
-En parte -reconoció el Creador-. Pero también los hice porque habrá un Diluvio. Y si a los hombres le mando un Diluvio, también les mando árboles para que puedan construirse un arca.
¡Hasta mañana!..
