Cuando el huerto de durazneros se pintó de rosa me dijo don Abundio:
- Disfrute esto, señor, que pronto pasará.
Después, cuando una larga sequía nos agostó las sementeras y nos mató de sed a los ganados, me dijo don Abundio:
- No se apure, señor. Esto pronto pasará.
En efecto: se fue bien pronto la belleza de las flores en los durazneros, pero cada una se volvió esperanza cierta de un sabroso fruto. Y se fue también la desolación de la sequía: ahora el campo es como una mullida alfombra de verdor.
Todo pasa. Nosotros pasaremos también. Pero la recia sabiduría de don Abundio contiene una promesa: si todo pasa es porque todo queda. Se va la vida, pero otra vez regresa. La estamos viendo irse. Ya la veremos regresar.
¡Hasta mañana!