Un hombre perdió el trabajo que tenía. Su esposa lo dejó. Lo abandonaron sus amigos. El infeliz se vio en el último extremo de la soledad.
Oyó hablar de un sabio Lama que vivía en el Tibet. Como pudo logró llegar a él -cinco años le tomó el viaje-, y le pidió que le dijera unas palabras que lo ayudaran en su aflictiva situación. Después de hacerlo esperar otro año le dijo finalmente el Lama:
- La vida es como un río.
El hombre clamó, desesperado:
- ¡Seis años hube de esperar para llegar a ti! ¡Pasé hambres; sufrí calor de infierno y fríos que casi me dejaron muerto! ¿Y todo lo que me dices es que la vida es como un río?
- Está bien -replicó, sereno, el Lama-. La vida no es como un río.
El hombre aprendió la lección. El Lama le estaba enseñando que la paz interior se logra cuando no hacemos resistencia a las fuerzas que se nos oponen, y nos mantenemos en armonía con el Universo y sus criaturas.
¡Hasta mañana!..