-¡Que no regrese el hijo pródigo!
Se oyó ese grito fuerte en el campo y en la casa.
-¡Que no regrese el hijo pródigo!
Todos querían que el hijo pródigo volviera.
Su madre, porque lo amaba.
Su padre, porque ansiaba que remirando lo pintara.
Y los demás, para salir en la parábola.
Pero aquella voz seguía sonando, cada vez con más fuerza:
-¡que no regrese el hijo pródigo!
Alguien preguntó:
-¿Quién es el que así grita?
Respondió otro:
-Es el becerro gordo.
¡Hasta mañana!..