El Señor decidió darle al Hombre algo que lo hiciera verdaderamente humano. Así, le dio algo que lo distinguió de todas las demás criaturas; algo con lo cual pudo expresar sus sentimientos; algo maravilloso que le permitió conservar su historia, sus recuerdos, sus descubrimientos.
Le dio, en fin, la palabra.
El Hombre, sin embargo, no quedó satisfecho. Le dijo al Señor:
-Con las palabras no lo puedo decir todo.
-Tienes razón -admitió el Padre-. Son un prodigio las palabras, pero muchas veces son insuficientes.
Y así diciendo le dio al hombre algo que puede expresar lo que las palabras no alcanzan a decir.
Le dió la música.
¡Hasta mañana!...