A las ciudades mexicanas llega en septiembre una visita hermosa: la bandera.
El alma se me alegra al ver por todas partes a los vendedores que ofrecen la gala tricolor: una diminuta bandera para los niños; la que el muchacho humilde le comprará a su novia; esta que el taxista pondrá en el espejo de su coche; aquella que la señora colocará en la sala como una hermosa flor.
La bandera tricolor de los poemas infantiles; el lábaro de los Niños Héroes; el glorioso pendón que nada puede mancillar... En los pliegues de ese lienzo se acuna nuestra Patria, a la que amamos, madre común de los mexicanos.
Cuando llega septiembre yo bajo la bandera que tengo siempre en uno de los estantes de mi biblioteca y la pongo más cerca de mí, sobre el escritorio en que trabajo. Amemos a México, no sólo este mes, sino todos los del año, y envolvamos en su bandera nuestro corazón.
¡Hasta mañana!..