El Señor hizo al ostión.
Cuando acabó de hacerlo se le quedó mirando tristemente y luego dijo con voz de pesadumbre:
-¡Pobrecita criatura!
Adán alcanzó a oír esa expresión de lástima, y preguntó al Creador:
-¿Compadeces al ostión por su feo aspecto; por su desagradable consistencia?
-No -dijo el Creador-. Lo compadezco porque tendrá el mismo problema que tendré Yo.
-¿Cómo es eso? -se sorprendió Adán.
-Sí -explicó el Señor-. También a él le pedirán los hombres que haga milagros imposibles.
¡Hasta mañana!..