A la salida de la escuela los niños del rancho me piden que los lleve en mi camioneta. Suben a la parte trasera, bulliciosos. Yo espero a que se sienten todos.
-Vámonos -me apremia don Abundio-. Andando la carreta se acomodan las calabazas.
Quizá no en esa ocasión, pero en otras sí tiene vigencia el dicho del socarrón señor. Hay veces que no emprendemos una acción porque no todas las circunstancias están dispuestas según nuestros deseos. Así, esperamos a que nos sean favorables, en vez de actuar para acomodarlas a nuestro fin.
Le doy vueltas a la frase de don Abundio, y me propongo aplicarla en lo posible. Cuando deba hacer algo voy a empezar a hacerlo, aunque vea ante mí muchas dificultades. Al cabo ya lo sé: andando la carreta se acomodan las calabazas.
¡Hasta mañana!..