Al principio los ángeles volaban con la velocidad del pensamiento.
Eso presentaba un problema: el pensamiento vuela demasiado aprisa, sobre todo cuando piensa cosas que no debe pensar.
Así, el buen Dios determinó hacer menos rápido el vuelo de los ángeles, y les impuso un límite.
Ahora su velocidad máxima es de 100 kilómetros por hora.
Entonces, cuando manejes en carretera, procura no exceder esa velocidad.
De otra manera no podrá alcanzarte tu ángel de la guarda.
¡Hasta mañana!