Un hombre salió de su casa, y echó a andar.
Caminó y caminó, sin variar nunca el rumbo. Largos días y noches caminó.
Cruzó montañas y desiertos; sus pies supieron de nieves y de arenas; en tenues navíos atravesó los mares, siguiendo siempre la misma dirección.
Y un día, después de mucho tiempo, volvió al mismo punto del que había partido. Otra vez se halló en su casa, donde aún lo esperaban aquellos que lo amaban, y a quienes amaba él.
También nuestra vida es un viaje de regreso. A donde sea que nuestros pasos nos conduzcan, retornaremos finalmente a casa. Hay un hogar que nos aguarda siempre. Yo lo miro -no sé si cerca o lejos-, y sólo con mirarlo siento en el alma un hálito de paz.
¡Hasta mañana!..