El Duque de Guisa fue muerto por un fanático hugonote.
Huyó el asesino en un caballo que el día anterior había comprado a un ladrón de ganado. Toda la noche cabalgó en la oscuridad. Amaneció el día siguiente, y el hombre se vio en el mismo punto del que había partido. Ahí lo esperaba la justicia. El homicida fue aprehendido y ejecutado en el sitio de su crimen.
Sucedió que el caballo pertenecía al establo de Guisa. El animal volvió a su cuadra, y al hacerlo entregó al criminal.
No cabe duda: la justicia tiene extraños caminos para cumplirse.
O para no cumplirse.
¡Hasta mañana!..