Tiene un hermoso nombre: se llama Ylang-Ylang.
Es un árbol de la misma familia que el de las chirimoyas. Crece en la India, en el sudeste asiático y en casi todas las islas del Pacífico del sur.
De sus flores se obtiene un suave aroma al mismo tiempo sensual y delicado. En una picaresca tonadilla que cantaba la Conesa, una madre aconsejaba a su hija que en la noche de bodas se perfumara el cuerpo con Ylang-Ylang. Cien kilos de las flores de ese árbol se requieren para obtener apenas un litro de la sutil esencia.
El árbol es muy feo, de ramas retorcidas y corteza oscura. Pero de él brota ese perfume que tiene el aroma de la gracia. El cuerpo puede claudicar, nos dice el árbol del Ylang-Ylang; pero por encima de todo está el espíritu, y sus frutos de bien ponen belleza en la fealdad.
¡Hasta mañana!..