La fronda del viejo árbol cambió su verde oscuro por un ocre otoñal. Lo miro desde la ventana, y me parece estar frente a un espejo.
Conozco este árbol desde que éramos niños; niño yo y niño el árbol. Tuvimos juntos nuestra primavera; juntos gozamos los días frutales del verano, y juntos hemos llegado a nuestro otoño. Quizá llegaremos también así al invierno. Nos iremos después, seguramente yo antes que él.
Pero luego vendrá otra primavera. Otro árbol nacerá, y nacerá otro niño. Y se hablarán los dos, y se dirán:
-Hola. ¿Cómo te fue?
¡Hasta mañana!..