Hizo el Señor al girasol.
El amarillo encendido de sus pétalos fue como una mínima llamarada en la vastedad del cielo azul, y su corola tuvo la justa redondez de lo perfecto.
El Señor se alegró con la belleza que había creado, y se prometió a sí mismo que lo antes posible haría a Van Gogh, para que pintara aquella hermosura vegetal.
Pero eso tardaría. Crear un artista no es tan fácil. ¿Qué hacer mientras tanto, se preguntó el Augusto, para dar marco a la espléndida gracia de la flor?
Fue entonces cuando Dios creó al Sol y lo puso a dar vueltas alrededor del girasol.
¡Hasta mañana!..