Jean Cusset, ateo con excepción de la vez que se perdió en el bosque, dio un nuevo sorbo a su martini -con dos aceitunas como siempre- y continuó:
-Los pecados que se cometen de la cintura para abajo son casi siempre menos malos que aquellos que se cometen de la cintura para arriba. El pecado de la cintura para abajo, la lujuria, es culpa de la carne, tan débil que se acaba con los años. En cambio los pecados de la cintura arriba son pecados del corazón o de la mente: la soberbia, el odio, la envidia, el rencor... Son pecados del espíritu, y esos pecados son peores que aquellos que con la humilde carne se cometen.
Así dijo jean Cusset. Y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.
¡Hasta mañana!..