Soñé anoche a Cézanne, el gran pintor. Me dijo.
-Ese cuadro, "El eterno femenino", que está en el Centro Paul Getty, de Los Ángeles, es obra mía.
-¡Dios mío! -exclamé atribulado en aquel sueño-. ¡"El eterno femenino!", sí! ¡Y yo lo atribuí a Géricault! ¡Perdona mi ligereza, mi necedad, mi inconsciencia, mi falta de sensibilidad!
-No te preocupes -me consoló Cezánne-. Después de todo, tú eres el eterno masculino.
(Post scriptum: Le doy gracias a uno de mis cuatro lectores, Héctor Pliego, de Toluca, por su inteligente y amistoso mensaje, que me devolvió el sueño después de aquel mal sueño).
¡Hasta mañana!..