"Cantando la cigarra pasó el verano entero...".
(Debo decir entre paréntesis, porque esto no lo dice el fabulista, que el verano es verano porque hay en él cantos de cigarras).
Cuando llegó el invierno la cigarra no tuvo qué comer.
La hormiga sí tuvo, porque había trabajado todo el tiempo. Pero no tuvo canciones qué cantar.
Entonces la hormiga y la cigarra, que eran sabias y generosas, a diferencia del fabulista, hicieron un trato: la hormiga le daría comida a la cigarra, y la cigarra le daría canciones a la hormiga.
Y fueron felices.
A diferencia del fabulista, que como todos los moralizadores, no conoció nunca la felicidad.
¡Hasta mañana!..