Era hermoso el pino de Navidad que mis padres ponían, con foquitos en forma de los personajes infantiles de aquel tiempo -el Gato Félix, Ana la Huerfanita- y figuras hechas de sololoy, que así se decía en español el nombre del material que en inglés se llamaba celluloid.
Hermoso era el pinito que mi esposa y yo les poníamos a nuestros hijos, cuando ellos creían aún en Santa Claus, y cuando por ellos nosotros creíamos en Santa Claus también.
Pero el más hermoso pino es éste cuyas luces veo ahora cintilar en los ojos de mis nietos. Por ellos me hago niño nuevamente; por ellos vuelven a estar mis padres junto a mí.
Diez veces siete navidades he vivido, y dos más.
Todas son una misma Navidad.
¡Hasta mañana!...