La Casa Del Lago Es uno de los espacios privilegiados para la difusión de la cultura. Su ubicación, en el corazón de la Ciudad de México y prácticamente en el centro del Bosque de Chapultepec, convierte a este histórico inmueble en un escenario ideal para la presentación de diversas actividades culturales.
EN UNA ÉPOCA Fue la casa de descanso de Porfirio Díaz, y también sede del aristocrático Club del Automóvil a principios del siglo XX, por lo tanto símbolo de una etapa de la historia de México, la Casa del Lago acompañó también los cambios que marcaron al período revolucionario.
FUE TAMBIÉN LA RESIDENCIA Del presidente Adolfo de la Huerta, que hizo todo lo que estuvo a su alcance para que La Casa del Lago fuera su residencia particular. Por fortuna nunca lo logró. En 1929 pasó a disposición de la Secretaría de Educación y posteriormente funcionó como Dirección de Estudios Biológicos de la Secretaría de Agricultura. En 1930 y poco después de haberse aprobado la Autonomía Universitaria, el inmueble quedó a disposición de la UNAM.
FUE EL 10 DE MAYO De 1959 que se creó como un centro de promoción de eventos culturales. Su primer director fue mi inolvidable amigo Juan José Arreola que invitó a mi hermano Miguel como subdirector. Ahí llegamos muchos amigos a poner mesas de ajedrez y a organizar torneos frente al maravillo Lago de Chapultepec.
FUE EN ESE ESPACIO Y en esos tiempos, que conocí y traté a Carlos Monsiváis, entonces un inquieto estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras la UNAM con apenas 21 años de edad. La Casa del Lago fue un verdadero semillero de jóvenes intelectuales que con el tiempo darían prestigio a las letras y a las artes de nuestro país. Ahí Juan José Arreola creó la "Poesía en Voz Alta". Ahí estaban jóvenes prometedores en la literatura con los que tuve el privilegio de convivir, tales como el mismo Juan José Arreola, Pilar Pellicer, Enrique Lizalde, Elda Peralta, Carlos Payán, Sergio Pitol, García Ponce, Fernando Zertuche, Raúl Cordero Amador, Sergio García Ramírez, Luis Camargo, Arturo González Cosío y por supuesto Carlos Monsiváis, entre otros.
SU PROFUNDA CRÍTICA E ingenioso análisis sobre todos los aspectos de la vida nacional así como de nuestros personajes públicos, hace de sus textos un material invaluable para poder llegar a comprender este país. Sus ensayos no tienen desperdicio y el conocimiento profundo de los hombres que habitamos estas tierras, no tiene paralelo. Su virulenta crítica política y su honestidad lo ubicaron además, como el más agudo de esa rama del quehacer periodístico.
HOY CARLOS MONSIVÁIS Se adelantó en el camino, pero deja un testimonio literario, material único para poder llegar a entender a este país y la idiosincrasia de su pueblo. Tuvo el bisturí mas fino y afilado para seccionar nuestra realidad y enfrentarnos con ella.
POR ELLO Y MAS Que homenajearlo, la juventud deberá leerlo.