LA JORNADA ELECTORAL en
el Estado de Durango del pasado
4 de julio se convirtió
en una reacción entre la población
que represento, entre
otras cosas, unos resultados
no esperados según las
diversas encuestas y las esperanzas
de los partidos,
muy especialmente las del
PRI. Lo único notable de la
jornada, fue el saldo blanco
dentro del cual se desarrolló
el proceso electoral no obstante
el miedo y ambiente de
violencia e inseguridad que
domina el Estado.
DURANGO ES UN CASO
ESPECIAL en donde la fuerza
de la ira y la frustración
se volcaron en las urnas
electorales. Si Herrera Caldera
perdió, como parece
ser, no es precisamente su
culpa como candidato; culpa
fue de las maneras y modos
como se seleccionó al candidato
desde las oficinas del
viejo Palacio de Zambrano,
que finalmente dividió a las
huestes priistas, y además,
no se supo tampoco aglutinar
a esas fuerzas que deben
concurrir cuando se quiere
tener una buena gobernabilidad.
EN EL CASO DE OAXACA
Y PUEBLA los resultados son
el producto del hartazgo de
la población frente a gobernadores
que representaron
lo más negro de los cacicazgos
y que causaron el desgaste
del PRI y de los que éste
no quiso o no supo deslindarse
en tiempo. Si lo vemos
desde otro punto de vista, el
optimista, es posible que finalmente
haya ganado el tricolor
con estos resultados,
pues le permitió deshacerse
de elementos con sus camarillas
que ya no tienen cabida
en el tipo de partido que
está estructurando Beatriz
Paredes.
LOS RESULTADOS del 4
de julio le dan al PRI una sobrada
mayoría en los gobiernos
de los estados, casi todos
los congresos locales, triunfos
muy importantes en los
ayuntamientos, capitales de
los estados y además significativos
triunfos en ciudades
importantes por su economía
y fuerza política.
EN ESTE PUNTO habría
que resaltar a Baja California,
Estado que técnica y
materialmente fue rescatado
para el PRI. Y es que en
los municipios de Mexicali,
Tijuana, Rosarito, Ensenada
y Tecate, la ciudadanía se
cambió del PAN al PRI. Esto
después de casi veinte años
de una férrea hegemonía de
los azules por aquellas latitudes,
hasta que finamente
el mismo ejercicio del poder
los desgastó. Habrá que recordar
que fue precisamente
por Baja California, con
Ernesto Ruffo, que el PAN
entró a las ligas mayores de
las gubernaturas para llegar
hasta donde está hoy: en la
Presidencia de la República.
ESO DE LAS ALIANZAS
POLÍTICAS es como el sexo
fuera del matrimonio: va
contra todas las reglas morales,
de urbanidad y la ética,
pero es muy popular y
efectivo. Y divertido.