Mis vecinos, aunque muchos lo ignoren y otros busquen no verlo, son empresarios.
Su negocio es simple: consiste en trasportar y mercadear en pequeñas porciones sus productos.
Tienen un sistema laboral complejo , y una estructura ordenadamente elaborada; ya que desempeñan puestos varios: desde el vigilante que estoico permanece en las esquinas buscando ahuyentar los peligros; repartidores móviles, que en diversos vehículos se trasladan hasta el punto de trueque, cuando muchos no pueden ir hasta el local a compra; por encima de ellos La Cajera quien atesora las considerables sumas logradas – sobre todo los fines de semana y en quincenas cuando el negocio se ve mejorar – y Los Buenos Muchachos con cara de jefe, aun que nadie prefiere ese título oficialmente aquí; pero quienes se encargan de los contactos, relaciones publicas con publico preferente, y con proveedores.
Los horarios de entrada y salida están bien marcados, poniendo faltas y retardos respectivamente hasta a los mejores vendedores del local. No me crean pero se habla que una maquina “chocadora” registra su asistencia, y que también como castigo descansan por varios días laborales a los faltistas.
Dan trabajo a decenas de jóvenes principalmente, quienes vienen desde ejidos hasta colonias alejadas de las ciudades vecinas. Algunos importados de Sudamérica, con acento salvadoreños.
Existe un movimiento natural: Como hormigas suben hasta el punto de venta, y respetan su sistema de despacho, con filas ordenadas y sin saltarse turnos.
Manejan himnos representativos desde cumbias hasta corridos, no existe uno solo. Quienes pueden los comparten a todo volumen y sin envidia a los prójimos . Tampoco existe un uniforme, pero si una tendencia a los pantalones flojos, y camisas interiores… o las clásicas camisetonas a franjas horizontales… la gorra de algún equipo deportivo es opcional.
Consientes de los precios del mercado, reducen la calidad de su producto antes que subirlo de precio. Una estrategia inteligente, porque no veo que la clientela disminuya ni un gramo.
Las claves y tecnicismos incluyen palabras únicas y hasta chispeantes , simpáticos que suenan sus términos.
Saben que la competencia es mucha, y el riesgo en estos tiempos es mucho, pero ellos entusiastas han podido superar las advertencias, e intentos de cerrarles el changarro, ya que ni titulo de propiedad ni derechos de venta pueden tramitarse en presidencia para sus productos.
Si, mis vecinos venden productos que son moralmente incorrectos, toman acciones reprochables, pero el acto se da. Aun con las amenazantes competencias que insisten ferozmente en hacerlos quebrar, y de vez en vez a alguno si lo quiebran en la esquina.
¿Peligroso? … Si.
Y no imagino que en el contrato una cláusula hable del seguro de vida o por enfermedad.
No es una empresa respetable, pero su organización y sistema lo es. Ya quisieran ese control otros. Si nosotros siguieras esa línea y orden tendríamos buenas empresas, productivas, organizadas y dando empleo a cientos de personas. Un mal ejemplo, que ahora mismo veo desde mi ventana. Dígame si no.
No me pondré sabio y solucionare el asunto en el final del papel, la legalización o control del negocio es tan complejo como las razones de los consumidores.
Mis vecinos aun que no lo crean, o lo sepan ellos , también son empresarios. Incluso producen miedo, e histeria entre la gente colindante… pero eso va incluido de manera gratuita, como si fuera su mejor promoción.