Foto: FERNANDO COMPEÁN
Natalia, Pedro y Ruth podrían estar disfrutando de sus vacaciones en la playa en cualquier lugar de México, sin embargo, para ellos es más importante su labor como misioneros en comunidades de extrema pobreza.
Satisfacción
Para los jóvenes de la Comunidad Apostólica Misionera Pereyra, unos días en la playa pueden tomarse en cualquier otra época del año, y jamás podrían compararse con la satisfacción de ayudar a otras personas sin la pretensión de sentirse o ser tratados como héroes.
Natalia Muñoz Vargas tiene 23 años de edad y estudia el octavo semestre de Odontología. Desde que egresó de la preparatoria Pereyra continuó con los viajes de misiones porque le gusta ayudar a las personas.
"Lo que hacemos es trabajar en la evangelización de los niños, jugamos con ellos, y les enseñamos manualidades a las señoras como flores de papel, mandiles, pulseras, cruces".
Pedro Madinabeitia Rodríguez tiene 17 años de edad, y es la segunda ocasión que participa en las misiones de la Pereyra.
"Creo que sacrificar las vacaciones vale la pena cuando haces algo productivo. Todo mundo ansía que llegue esta temporada para salir a divertirse pero yo quiero algo más trascendente, siento que esto vale mucho la pena".
Es la primera vez que Ruth Félix Ortega va a misiones. Al igual que Natalia y Pedro, le tocó viajar a Cruz Verde del municipio de Parras en esta Semana Santa.
"Quiero dar lo mejor de mi porque no sé muchas cosas".
A Ruth le gusta convivir con las personas, y cree que una semana de vacaciones no se compara con la experiencia de conocer otras maneras de vivir.
"Nuestra intención no es hacernos los héroes por darles unas despensas porque la vida de ellos sigue si vamos o no".