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¿Modelos económicos?

JULIO FAESLER

El modelo económico que hemos venido siguiendo ya se ha agotado. La cruda realidad del bajo crecimiento, del desempleo y la pobreza están a la vista. Los economistas reunidos con motivo del cambio de presidencia de su colegio nacional antier así lo declararon.

Pero los modelos económicos como patrones a seguir no existen. El desarrollo de las sociedades se despliega con más elementos que el económico. Es el resultado de las aspiraciones de sus habitantes y de su firme y tesonera voluntad por realizar las metas que individual y colectivamente se proponen. Cuando alguna comunidad alcanza un evidente éxito en el cumplimiento de algún objetivo, se le suele adscribir a un "modelo". Los "modelos" de desarrollo son etiquetas más bien ex post que premeditados. Así los "milagros", como se le atribuyó a México hace varios años.

La economía, ciencia o arte, según lo vea el analista o el practicante, alude sólo a una de las múltiples facetas del fenómeno social. Suponer que puede evaluarse el éxito de una colectividad sólo por el grado en que ha escalado los índices económicos el crecimiento del PIB, los porcentajes matemáticos de desempleo o los niveles de consumo es aplicar un criterio reduccionista.

El bienestar de la sociedad está constituido por una gran variedad de factores, sin duda muchos de ellos directamente vinculados a la disponibilidad de recursos financieros. La cultura, por ejemplo en cuanto a su capacidad de aprendizaje y difusión, está ligada a la disponibilidad monetaria. Pero el factor irreductible de ella está en la inspiración y la voluntad de crear del artista.

Los planes económicos pueden, en el mejor de los casos, proponer metas cuantitativas como mojoneras, puntos de referencia y de comparación, que al paso del tiempo sirven para medir la eficacia de las acciones desplegadas para alcanzarlas. El cómo se logran esas metas es materia de otros campos del acontecer social. Es el dominio de la política y de la administración. Por eso, cuando se habla de que hay que buscar nuevos caminos "económicos" para alcanzar metas sociales, se le está pidiendo a la "Economía" más de lo que puede dar.

Los niveles de satisfacción o aún más modernamente de "Felicidad" que ya comienzan a figurar como metas de un pueblo no van a ser fruto de los mecanismos económicos como tampoco se podrán alcanzar niveles socialmente satisfactorios en las instituciones financieras o bancarias sólo atendiendo a los estados de resultados de ganancias que ellas declaren.

Si en la actualidad la sociedad mexicana adolece de bajos índices de crecimiento y de insuficiencia en la capacidad de crear fuentes de trabajo y si el saldo neto que presenciamos es el de pobreza, no será por un inadecuado "modelo" de desarrollo o por un equivocado plan de desarrollo que se hubiese improvisado hace tres años como lo afirmó Manlio Fabio Beltrones, sino por las actitudes negativas y derrotistas con que casi todos los mexicanos, de todos los niveles, nos enfrentamos a los retos personales y nacionales. Esta visión que hace que el mexicano se sitúa siempre en inferioridad a su contendiente es la que explica que, al contrario de lo sucede en otras latitudes, nosotros nos colocamos en previsión de la derrota a que nos hemos habituado.

Ningún "plan" o "modelo" económico preconcebido, por mucho que se haya tomado de experiencias pasadas o ajenas, vencerá por sí la predisposición fatalista que toda intención arruina.

Los esquemas legales o económicos son accesorios. Un pueblo, confiado en su propia capacidad sabe sacar provecho de los que tiene para sobreponerse a los desastres de la guerra o la adversidad del entorno natural. El panorama internacional actual ofrece abundantes ejemplos que pueblos que en recientes décadas han vencido las circunstancias negativas de todo tipo de las que partieron. Con ingenio individual y perseverancia fueron construyendo las soluciones que ahora llamamos "modelos".

No es correcto el hablar de modelos "agotados" cuando, sin visión y energía, ninguno servirá. Es más válido dedicarnos a resolver, paso a paso, caso por caso, los problemas que nos envuelven, con visión pragmática y sencilla, con el sentido común que ofrece a cada nivel local o regional la solución práctica y humanamente solidaria que corresponde y que cada comunidad requiere.

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