Pequeño, el ovario es un órgano fundamental en el aparato reproductivo femenino, pero mucho más complejo que el útero. Compuesto por diversos tipos de células, dos de ellas -las epiteliales y las germinales- pueden dar origen al cáncer de ovario.
Las células germinales (parte interna del ovario) producen cáncer en la etapa precoz de la vida de una mujer, siendo la primera etapa aquélla que va de los 0 meses a los 10 años y la segunda, de los 10 a los 20 años, es decir, en niñas y adolescentes. En cambio, las células epiteliales (superficie del ovario) provocan cáncer de ovario en la mujer después de la menopausia, o sea, entre los 50 y 60 años.
Las estadísticas indican que sólo el 15% de los cánceres son germinales y preferentemente en su segunda etapa, mientras que casi un 80% son epiteliales. También señalan que la mayor de las veces, el cáncer de ovario es unilateral, es decir, se presenta en uno solo de los dos ovarios, aunque el cáncer epitelial se inicia en uno y en estado avanzado compromete el otro (bilateral).
A pesar de los estudios realizados, aún no se pueden determinar las causas de este cáncer. No obstante, precisa que se sabe que la ovulación regular de la mujer, que implica la rotura del ovario para la expulsión del óvulo maduro, puede ser considerado un factor en el caso del cáncer epitelial. Por lo mismo, aquellas mujeres que han tenido mayor cantidad de embarazos o han usado anticonceptivos -ambas situaciones que detienen la ovulación- presentan en menor medida cáncer de ovario.
Se debe tener en cuenta que no todo tumor en células epiteliales o germinales es maligno, de hecho, la probabilidad que sea canceroso en una mujer en edad reproductiva es sólo de un 5%, riesgo que aumenta al 50% cuando se está en la etapa postmenopáusica.
El cáncer de ovario germinal posee dos características especiales: tiene marcadores biológicos o tumorales fáciles de determinar que ayudan al diagnóstico y que expresan la presencia de algunas sustancias bioquímicas pesquisables con un examen de sangre; y son extremadamente sensibles a la quimioterapia.
Sus síntomas son, básicamente, dolor abdominal y aumento sustancial del volumen abdominal.
A pesar de ser muy agresivo, el cáncer germinal permite realizar tratamientos conservadores preservando la fertilidad de la mujer; éstos comprenden cirugía para extraer el ovario, pero, en la actualidad, se trata de preservar las trompas de Fallopio y el ovario que no está comprometido. En tanto, la quimioterapia posterior, no altera la capacidad reproductiva de la niña.
CÁNCER DE OVARIO EPITELIAL
Esta patología es asintomática hasta que en su etapa tardía de evolución presenta un compromiso del estado general de la paciente, es decir, se siente mal, baja de peso (anorexia orgánica), presenta distensión abdominal y náuseas.
La tasa de sobrevida global de este tipo de cáncer es de un 39%, porque en el 70% de los casos el cáncer se detecta en etapa avanzada.
La única forma de hacer un diagnóstico precoz en una mujer postmenopáusica es el control ginecológico anual, lo que incluye el examen pélvico o tacto vaginal. Si el especialista percibe en el ovario alguna anormalidad debe solicitar entonces una ecografía transvaginal.
El cáncer de ovario, al igual que el cáncer de mama, presenta un factor hereditario, es decir, aquellas mujeres que tienen antecedentes de una familia con la patología, deben aumentar sus chequeos. Además, este cáncer puede tener relación con la presencia de cáncer de mama y de colon en forma muy ocasional.
Para descartar un cáncer de ovario, se deben considerar los factores de riesgo familiar, el examen ginecológico, la ecografía transvaginal y los marcadores tumorales (presencia en la sangre en un valor elevado de la proteína CA-125, que es la que aumenta el riesgo). Combinados todos estos elementos en valores positivos existe un 75% de probabilidad de que se trate de un cáncer de ovario.
En la postmenopausia, la proteína CA-125 no tiene alta presencia en la mujer, en cambio, en su etapa fértil su presencia elevada se aprecia en una serie de afecciones benignas, al igual que en el embarazo.
El pilar fundamental del tratamiento de un cáncer de ovario es la cirugía que permite determinar el grado de extensión de la patología y además, sirve para reducir el tumor a su mínima expresión. Generalmente, en una mujer postmenopáusica esta cirugía comprende la histerectomía radical y la extirpación de ganglios linfáticos de la pelvis y abdomen.
Para tratar la masa tumoral que persiste tras la cirugía se utiliza la quimioterapia, a la cual es muy sensible el cáncer germinal.
Muchas veces las mujeres que tienen cáncer de ovario consultan por colon irritable. No se debe hacer ese diagnóstico sin realizar un ultrasonido que descarte una patología orgánica.
Cabe señalar que otras patologías del ovario como la torsión, el ovario poliquístico y la endometriosis ovárica no son causales de cáncer de ovario y además, un número significativo de mujeres presenta cáncer de ovario recurrente.