El destacado investigador mexicano Joaquín García-Bárcena, quien se desempeñaba como subdirector de Paleontología del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), murió el pasado 25 de septiembre, informó hoy dicho organismo.
A través de un comunicado, la fuente destacó que García-Bárcena dejó importantes aportaciones en las áreas de protección del patrimonio arqueológico y paleontológico del país, entre las que destaca promover la aplicación de las ciencias físicas y naturales a esta disciplina.
Señaló que como subdirector de Paleontología del INAH, puesto que ocupaba desde 1995, el especialista, que se caracterizó por su lucidez y memoria privilegiada, impulsó la investigación y protección del patrimonio prehistórico
Recordó que luego de obtener su título de ingeniero (1958) con honores en el Instituto Tecnológico de Massachussets, García-Barcena desarrolló su carrera académica en el INAH desde finales de los años 60 motivado por el gran interés que le despertó el pasado mexicano.
En la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) cursó la licenciatura en Arqueología y obtuvo el grado de Maestría en Ciencias Cum laude, para iniciar en 1969 como asistente en el proyecto de Tlapacoya, Estado de México, en el entonces Departamento de Prehistoria, una carrera que resultó prolífica y exitosa.
Sus esfuerzos se encaminaron a la introducción y aprovechamiento de técnicas, métodos, análisis químicos, físicos y de laboratorio para el estudio de diferentes contextos y restos arqueológicos, de los cuales dejó resultados publicados en los textos.
Entre éstos figuran 'Fechamiento por hidratación de la obsidiana', 'Localización de sitios arqueológicos por métodos químicos', 'Fotografía aérea, Radar de penetración' y 'Análisis polínicos'.
También se interesó en diferentes aspectos y problemáticas de carácter legal, jurídico, administrativo y académico sobre la protección del patrimonio arqueológico y paleontológico, los cuales publicó en 'Protección jurídica de las zonas arqueológicas', 'El patrimonio cultural subacuático', 'El patrimonio paleontológico' y 'Arqueología y turismo'.
Su otra pasión fue la prehistoria y el estudio de las primeras épocas del desarrollo humano en el territorio mexicano, lo cual plasmó en trabajos como 'La etapa lítica en el sureste mexicano', 'El panorama de la prehistoria en Chiapas', 'Primeros pobladores. La etapa lítica en México' y 'Los primeros pobladores'
Su lucidez académica lo llevó a ser miembro de diversas asociaciones científicas, como la Asociación Americana para Avance de la Ciencia, el Colegio Mexicano de Antropólogos, la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas de la UNESCO y la Comisión Intersecretarial de Investigación Oceanográfica.
Fue director de diversos proyectos de investigación arqueológica, titular de diferentes cátedras, como las de Métodos y Técnicas de Investigación Arqueológica, Prehistoria de América y Delitos contra el Patrimonio, en instituciones como la ENAH, el Instituto Nacional de Administración Pública y el Instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos, de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
Cumplió con varias comisiones honoríficas y oficiales al ser presidente del Colegio Mexicano de Antropólogos (1976-1978), secretario del Consejo de Investigación del INAH (1977 a 1978), presidente del Consejo de Paleontología desde 1994, y del Consejo de Arqueología de 1981 a 1988 y de 1995 a 2005.
También fue secretario de la Comisión Calificadora de Publicaciones del INAH (1983 a 1988), vocal de la Comisión Dictaminadora del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM (1985 a 1988, 1993 y 1996).
Entre los cargos institucionales que ocupó dentro del INAH destaca el de Jefe de la Sección de Laboratorios del Departamento de Prehistoria (1973 a 1981) y titular del mismo departamento (1978-1981), director de Monumentos Prehispánicos (1982-1988), secretario Técnico (1989- 1992) y cubrió la responsabilidad de director general como encargado de despacho en diversos periodos entre 1985 y 2000.
En sus 41 años de investigador, García-Bárcena dejó cerca de un centenar de trabajos publicados entre libros, ensayos, artículos y notas; también fue coeditor de la revista Arqueología (1991 a 2001) y vocal fundador de la Dirección Científica de la revista Arqueología Mexicana desde 1993.
Además de ser conocido como ingeniero, también se le llamaba profesor, ya que impartió cursos de Historia, Historia de México y Prehistoria de América, así como seminarios de fechamiento arqueológico y de tesis y cursos de delitos contra el patrimonio arqueológico, entre otros.