SI hace apenas tres se cumplían ya los primeros 100 días de las nuevas administraciones municipales en Coahuila y entre ellas por obviedad la propia de Torreón, los análisis realizados en general coincidían en que la obra pública desatada desde el Gobierno Estatal para restaurar la otrora ciudad despreciada por el propio Estado, y que el altercado con los agentes de la Policía Municipal que habían realizado un arbitrario paro para pedir la salida del director, general brigadier Bibiano Villa, donde ciertamente el flamante alcalde Eduardo Olmos Castro había salido bien librado al sostener en su puesto a Villa y no ceder ante las presiones; hacían que por lo menos el alcalde saliera bien librado en tanto el juicio ciudadano de su actuación.
Por supuesto que ya se había comentado los yerros primerizos que no tardaron en aparecer, como la famosa impresión de recibos de cobro de Simas sin licitar empezando el año, que además el domicilio fiscal de la imprenta era la dirección del despacho privado del tesorero Pablo Chávez Rossique, quien de pasada aparece en la base de datos de Simas como deudor de varios años de un domicilio que está a su nombre. Está por supuesto la decisión de ubicar al contralor Lauro Villarreal en lujosa oficina rentada ex profeso para este influyente político local que ha demostrado en su desempeño un mayúsculo interés en tender sus redes de control político dentro del Municipio que en ejercer su labor de custodio de las finanzas públicas. El caso del director de pensiones Mario Domínguez, es de dar risa del cinismo con el que se maneja la autoridad ante el ejercicio del dinero del pueblo: el señor Domínguez de sus pistolas decidió duplicarse su propio sueldo de 29 mil a 58 mil pesos mensuales, y no pasa nada con ello.
Ese es un escenario general de cómo se encuentran las cosas en la Presidencia Municipal de Torreón, que parapetados en la rápida obra de repavimentación y remozamiento de paseos públicos y alumbrado que hizo el Gobierno de Coahuila, mejorando la imagen de la ciudad, y por otra parte del tema de terrible inseguridad que se vive, les ha permitido estar en la cómoda sombrilla que da el no tener a la opinión pública encima observando su desempeño.
El regidor de oposición Rodolfo Walss, acusó a principios de semana a Olmos Castro de nepotismo, señalando que parientes del alcalde cobran en las nóminas municipales, así como del Simas. Ayer, una nota en El Siglo consignaba que en los primeros tres meses del año, la nómina prácticamente consumió todos los ingresos del mismo lapso, ya que el Impuesto Predial y el ISAI (Impuesto Sobre Adquisición de Inmuebles) no fueron siquiera suficientes, sólo alcanzó para pagar el 60% de lo que se ha gastado en sueldos, que es del orden de 102 millones de pesos.
A pesar de esta información, el alcalde dice que no habrá necesidad de pedir algún préstamo y el tesorero Chávez habla de que las finanzas están sanas. Lo que Walss con todo el tinte político que él persigue ha denunciado, es un hecho suficiente para demostrar que el presidente municipal está por ahora defraudando en sumo la confianza del electorado, porque es un hecho que se ha plegado de tal manera a la agenda que se le dicta puntualmente desde Saltillo y donde la figura del alcalde ahora es de mero representante del gobernador. Pero mientras tanto Olmos asume esa sumisa actitud, en las arcas del Ayuntamiento que él preside su camarilla se sirve con la cuchara grande, incrementando con desfachatez el gasto corriente, principalmente sueldos, y navega sin programa propio de obras, ya que todo se lo mandan desde el Gobierno Estatal. Está nadando de muertito en el quehacer propio, pero por otro lado no mueve un dedo para detener los abusos de sus colaboradores. Es tiempo que Eduardo Olmos que si va a seguir servil con el gobernador, por lo menos detenga las tropelías que se están llevando a cabo en la presidencia de Torreón y deje de nadar de muertito.
