Visitar Tijuana se convirtió en los últimos años en una de las aventuras más riesgosas e impredecibles para cualquier mortal.
En unos cuantos años el número de homicidios, secuestros y otros crímenes de impacto se disparó de manera alarmante para colocar a esta ciudad como una de las más violentas e inseguras del país.
En 2009 el número de asesinatos fue de 657 pero en 2008 se registró un récord histórico de 844 muertes violentas de acuerdo a los reportes más conservadores.
La tendencia criminal parecía ir a la baja, pero en diciembre el número de homicidios se disparó a 124 y en enero la racha de ejecutados es espeluznante, casi cuatro por día.
Por todo ello la captura esta semana del sicario Teodoro García Simental, alias "El Teo", causó gran revuelo en la región fronteriza de Baja California y el Sur de California.
"El Teo" es considerado el narcotraficante más sanguinario de los cárteles mexicanos, se le adjudica alrededor de mil homicidios en estos años, incluyendo los 300 cadáveres que mandó disolver en ácido para ocultar las evidencias.
García Simental fue escolta del temido Ramón Arellano Félix de quien aprendió las peores mañas del crimen. Luego sirvió a su hermano Javier, alias "El Tigrillo", pero al tiempo rompió con la dirigencia del Cártel Arellano y se dedicó al secuestro, la extorsión y el narcotráfico con la ambición de conquistar la plaza de Tijuana.
No llegó muy lejos, pero sí causó un daño brutal a la comunidad de esa frontera. Los secuestros de esta célula eran temerarios y bestiales, además de sus ejecuciones acompañadas casi siempre de la horrorosa decapitación.
Uno de los plagios que más impactó a la región ocurrió hace un par de años. Una familia de tres miembros -padre, madre e hijo- fueron "levantados" por un comando armado al salir de su negocio en el Centro de Tijuana, durante una tarde de diciembre cuando iban de regreso a su nuevo domicilio de San Diego, California.
Los tres fueron brutalmente golpeados con la idea de ser ablandados y dos días después la madre fue liberada cuando la banda se dio cuenta que no tenían con quién negociar.
En medio de una profunda crisis nerviosa, la señora regresó a su hogar con sus otros dos hijos y con el apoyo de familiares inició días después las tensas negociaciones.
Los criminales pedían un millón de dólares y ella con grandes esfuerzos logró juntar 200 mil dólares. Cuando les ofreció esta suma se rieron de ella y le enviaron un dedo de su hijo de 20 años quien era estudiante de diseño gráfico en San Diego.
La negociación se complicó y un par de semanas después apareció el cadáver del muchacho en un terreno baldío y jamás volvieron a saber de los secuestradores ni del padre, quien evidentemente fue ejecutado y formó parte de los cuerpos disueltos en ácido.
Casos similares de narcoterror se repitieron en Baja California, en donde el secuestro se generalizó al grado de utilizar casas de seguridad con varias jaulas para las víctimas.
Lamentablemente el arresto de este sujeto de 32 años de edad y con un historial delictivo escalofriante, no garantiza que la ola de violencia terminará en Baja California como tampoco en otras fronteras y entidades de la República Mexicana.
La nueva generación de "narquillos" o "narcojuniors" emerge con un perfil aterrador. La semana pasada fueron acribillados en Tijuana cuatro estudiantes de preparatoria por diferencias con otras bandas juveniles lo que motiva a pensar que esta generación perdió el respeto a la vida humana y a las formas tradicionales de convivencia.
Los asesinatos de mujeres, niños y jóvenes son ahora el pan de cada día a diferencia del pasado cuando los mafiosos tenían más consideración por los inocentes.
Habrá que preguntarse cuántos "Teos" potenciales están ya incrustados en las células juveniles del hampa organizada y qué pasará si no se toman las medidas pertinentes.
Este drama que se vive en México y que supera cualquier película de ficción, obliga a los padres de familia a extremar cuidados en la educación de sus hijos porque a final de cuentas el mal se incuba en los hogares desintegrados y exentos de valores.