Durango

NO LES IMPORTÓ LA REVOLUCIÓN

LUIS E. LOZANO

Por más que el Congreso Local organice una sesión solemne en el lugar en que nació Doroteo Arango -o Arámbula, como le llamó cierto diputado al que llaman Pipe-, que las autoridades educativas se desvivan con homenajes a la bandera, y que los tres órdenes de Gobierno enfoquen sus baterías a realizar actos cívicos el día en que se conmemoran cien años de la Revolución Mexicana, el próximo 20 de Noviembre no recibirá, al menos en Durango, los honores que merece.

A diferencia de la intensidad con la que se difundió el bicentenario del inicio de la Independencia de México, el centenario de la Revolución, lucha en la que Durango jugó un papel fundamental, quedó en los últimos días ajeno del interés colectivo. Las autoridades fueron pasivas en su responsabilidad de emocionarnos.

Fue en el ya lejano 2006 cuando se intensificó,desde los ámbitos nacional y local, la planeación de un par de fiestas que en el papel lucían como las más estruendosas en la historia del país. Cientos de días antes del Bicentenario escuchamos, al menos un par de veces por jornada, de la fiesta que venía.

Y así se llegó a aquella noche, en la que el zócalo capitalino se vistió de un espectáculo de luces y pirotecnia sin precedentes: la mayoría quedó satisfecha. Guardando proporciones, en Durango ocurrió algo similar: la plaza IV Centenario, llena como en cada Grito, fue dígnamente decorada.

Al día siguiente, miles de personas se reunieron a lo largo de avenida 20 de Noviembre para presenciar el desfile del Bicentenario. Ya no fue lo que esperaban: lo diferente, por ser un 16 de septiembre especial, nunca llegó. "Estuvo mejor el año pasado". Así dije yo; así dijeron muchos. Sin embargo, quedaba la satisfacción de la noche anterior. Menos mal.

Y luego, extrañamente, empezamos a escuchar cada vez menos la palabra Centenario. Las baterías de las entidades gubernamentales, de acuerdo a lo planeado, debían enfocarse a la fiesta de los Cien Años, pero eso no ocurrió en todos lados.

El Gobierno Federal, ya casi acostumbrado a la controversia que desde el primer momento desató la cantidad que sería utilizada por el acto del Bicentenario, no tuvo empacho en reconocer más gastos: un espectáculo de marionetas y otro de luces y pirotecnia, costarán en su conjunto 346 millones de pesos. Demasiado para algunos. Pero habrá festejo.

A falta de cuatro días de ese segundo evento histórico, en Durango no hemos sido invitados a la fiesta. ¿Habr→ á desfile? ¿Espectáculo nocturno? ¿Verbena popular? Tampoco nos han pedido "cooperacha".

Lo cierto es que lo único de lo que se escucha en espacios publicitarios -en cuanto a fiestas locales se refiere- es la Kermesse de la Familia, organizada desde hace algunos años por el Sistema DIF con la finalidad de acopiar recursos para los más necesitados de la entidad. Bien por eso.

Pero no se acerca ni en poco, a lo que deberíamos recibir. Y no hablo de algo ostentoso.

Amén de lo llamativo, eso que regularmente cuesta dinero, son muchas las cosas que se pudieron hacer para llevarnos, a todos, a comulgar pensando en lo mismo. Llevarnos juntos, como su responsabilidad de "líderes" dicta.

Pídale a su hijo, nieto o hermanito que le mencione los nombres de cinco revolucionarios famosos.

Le responderá que Francico Villa; le agregará a Emiliano Zapata. Seguirá con Francisco I. Madero. Y probablemente, después de ellos tres, no sabrá a quiénes mencionar. Pregúnteselo ahora al adulto de al lado y pasara igual.

Esos nombres, por cierto, ya los sabía desde el año pasado.

No hubo ni habrá fiesta; ni folclórica ni cultural. Nos quedaron mal.

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