Aquí estamos a dos semanas, a unas cuantas sesiones de que termine otro período ordinario del Congreso. ¿Qué resultados se entregarán a la ciudadanía? Seguramente en los próximos días veremos salir algo, no necesariamente lo más relevante, tampoco lo más urgente, pero insisto algo saldrá, algo que delata el profundo desdén de los legisladores hacia los ciudadanos y sus tiempos. Con ese algo piensan que habremos de conformarnos. La actitud muestra la profunda ruptura entre los legisladores y los ciudadanos. La urgencia que se vive en la calle, en los hogares, en la empresa, en las escuelas, en los hospitales, en las carreteras, en todas partes, esa urgencia por conseguir un empleo digno, por obtener mejor educación, por garantizarse una pensión decorosa, por prosperar, esa urgencia pareciera no estar en el radar del Legislativo.
El presidente en varias ocasiones, también y de manera excepcional el General Secretario de la Defensa, han reclamado a los legisladores que se procese una ley que regule la presencia y actuaciones de las Fuerzas Armadas Mexicanas en el combate al narcotráfico. La iniciativa lleva durmiendo en el Legislativo alrededor de dos años. Por si no se han dado cuenta el país está en una situación de emergencia. Las Fuerzas Armadas llevan más de tres años supliendo en sus funciones a las policías municipales, estatales y a la federal. Los señalamientos de violaciones a los derechos humanos e incluso de homicidios culposos como el de los estudiantes del Tecnológico de Monterrey, los enfrentamientos en situaciones muy delicadas son asuntos de todos los días. Pero los legisladores tienen sus propios tiempos, el problema es que la ciudadanía no termina por entender cuáles son éstos. Hasta hoy NO hay ley para las Fuerzas Armadas y tampoco una que coordine a los efectivos de las múltiples policías.
Tampoco les importa que la productividad caiga sistemáticamente sacando a México de los horizontes de los inversionistas. Productividad a la baja que supone que el pastel no crezca a la velocidad que debe, productividad mermada que explica los rezagos sociales en muchas áreas y por supuesto también la escasa oferta de empleos de calidad. De allí la necesidad de reformar la Ley Federal del Trabajo, de ahí también la urgencia de revisar el sector de telecomunicaciones que es un detonador de crecimiento. Y qué decir de la reciente propuesta del Ejecutivo para poder regular de manera más eficaz a los monopolios. Son esas prácticas monopólicas las que explican precios altos que perjudican a decenas de millones de consumidores. Son esos mercados deformados y sin competencia los que afectan a los ingresos de los mexicanos. Ante la propuesta presidencial de inmediato nos hicieron saber todo aquello que NO está en la iniciativa, por supuesto en lo que NO están de acuerdo. Resultado, nada.
Esas son las urgencias de los ciudadanos comunes que no necesariamente saben en dónde están los nudos, ciudadanos comunes la mitad de los cuales pagan sus impuestos de los que viven los legisladores, ciudadanos que esperan profesionalismo de sus representantes y que están hartos de esperar mejoría. Recordemos las cifras más recientes de Reforma: el 83% de los mexicanos piensa que los políticos actúan con frivolidad; el 86% que son mentirosos; el 52% tiene vergüenza de ellos; el 79% piensa que sólo buscan popularidad y el 90% está convencido de que despilfarran los dineros públicos. Esa es la imagen que han construido en parte al dejar de hacer lo que deben de hacer: legislar.
El entusiasmo que provocaron las varias propuestas de reforma política se va desvaneciendo. Los legisladores ya nos hicieron saber todo aquello en lo que NO están de acuerdo. Quizá se les ha olvidado que la propuesta del presidente que dio origen a otras se suscitó en el contexto de una ciudadanía que quedó retratada en el proceso electoral de 2009. El movimiento del voto nulo que crecía como la espuma y las cifras del estudio sobre el Sentir Ciudadano movieron a reflexión. Uno de cada dos mexicanos no se siente representado; el 60% declara que no lo escuchan; dos de cada tres están de acuerdo en reducir el número de diputados; 50% está de acuerdo con las candidaturas independientes; la misma cifra está de acuerdo con la posibilidad de que un legislador pueda presentarse como candidato para un período consecutivo; 72% nunca recibió una comunicación de su diputado. La distancia entre representados y representantes crece. En sus desacuerdos los temas centrales para atacar el problema (reelección, candidaturas independientes, etc.) han ido desapareciendo. Quizá esperan un susto mayor en 2012.
Ahora circula una nueva disculpa. Resulta que el Presidente Calderón está saturando a los legisladores de iniciativas para ridiculizarlos. ¿Será? Encerrados en sus infinitas discusiones no quieren darse cuenta de lo evidente. En este período legislativo quedó claro, una vez más, que el mayor nudo del país está en el Congreso. ¿No que no?