No tiene piedad

Lo único que llegó a despeinar al Tricolor fue el viento y el único ruido que escuchó de su rival fueron las quejas por las veintitantas horas de vuelo, en lo demás, el 5-0 reflejó la lógica distancia entre ambos cuadros.

México "cantó" a placer en el Candlestick Park en el primero de 12 ensayos hacia la inauguración de Sudáfrica 2010, gracias a la inmediata combinación de un veterano como Braulio Luna y 2 juveniles como Pablo Barrera y Javier Hernández.

Fue Braulio una bujía en el medio terreno, dominó la parcela izquierda con sólo escuchar el primer silbatazo y paradójicamente le impuso un ritmo rápido a Barrera y "Chicharito", que los hizo correr y los hizo tocar.

Y ellos entendieron el mensaje con triangulaciones, pases en corto, movimientos circulares para atraer el marcaje y abrir avenidas. El concierto de goles que se presagió con el primer mordisco del Tri al minuto 2, se convirtió en una balada pegajosa y de corta duración con 4 anotaciones en menos de 20 minutos. Sencillo.

Los de arriba se lucieron y luego bajaron las revoluciones para invitar a Bolivia a que pusiera a trabajar a los de abajo.

Pero el rival careció de todo. Sin inventiva ni movilidad, sin potencia, puntería, ni siquiera físico, los del Altiplano entregaron el juego y fueron un "sparring" de menor nivel al esperado.

Llegaron los movimientos de uno y otro lado, México tuvo el descaro de marcar uno más y el juego ya no encontró exigencia, nunca la tuvo de hecho.

Resaltó que en el primer tiempo Barrera jugara más como un atacante retrasado, casi un enganche similar a las funciones que ha hecho Giovani dos Santos en el Tri, mientras Cuauhtémoc Blanco se pegó como volante derecho.

Y el guardameta Luis Michel fue el único de los 18 convocados que no jugó. Jonathan Orozco sólo tuvo un par en las que salió airoso.

México ganó y goleó, aunque el sinodal no permitió quizá el ensayo más conveniente, más allá de los aciertos de Luna, Barrera y "Chicharito" Hernández, y las fallas de Alberto Medina.

 FIESTA TRICOLOR

El cielo abrió en la Bahía de San Francisco y la fila de autos se duplicó en un abrir y cerrar de ojos a lo largo de la Tunel Avenue que conduce al Candlestick Park.

Las dudas sobre la asistencia al inmueble para ver el México vs. Bolivia se despejaron como el día, después de que el martes la luvia amenazó al juego. Con una pancarta en la cual se leía "León" un grupo guanajuatense se encargó de abrir la fiesta en el estacionamiento de la casa de los 49ers con la carne sobre la parrilla, las salchichas envueltas en tocino y una cascarita que se organizó con los del carro de al lado, una familia de Coahuila.

Mientras ellos jugaban a ser la Selección Nacional, cerca de la puerta F del estadio, la música de banda amenizó el ingreso de los aficionados y provocó que varios de ellos hicieran una escala para echarse una pieza para combatir de paso el frío que imperó en la noche californiana.

Como si esa cadencia se traspasara a la cancha, el uno-dos-tres-cuatro que tocó el Tricolor en el primer tiempo prolongó el pasito de baile en la tribuna.

Contadas banderas bolivianas aparecieron en el lugar, y se agitaron con la misma energía que sus jugadores en el campo.

La noche entonces cobró calor por el lado mexicano, primero con los goles del Tri y luego con las porras en el graderío con el placer de un partido resuelto casi desde el arranque.