Las cifras en México no son tan alentadoras, ya que del total de pobres, 11.2 millones de personas no pudieron ni siquiera adquirir la canasta básica de alimentos (de $864.00 al mes) con la que el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) traza la línea de pobreza extrema. Es por ello que detallan que en el 2008 cerca de 23 millones de mexicanos experimentaron "inseguridad alimentaria severa y moderada" y 25.8 millones, "inseguridad alimentaria leve".
El CONEVAL admite que los mexicanos que pueden adquirir dicha canasta básica corren el riesgo de tener problemas de salud ante la presencia de obesidad, ya que en los últimos 20 años el patrón de consumo, cambió a alimentos con mayor contenido calórico, cuyo precio disminuyó en ese tiempo, permitiendo a más gente adquirirla.
La reconocida nutrióloga Rebeca Rosal, admite y comenta que la población en México consume más productos con alto contenido calórico por su disponibilidad y porque "tenemos la cultura de comer todo con pan y tortilla y acompañar la comida frecuentemente con refresco. Antes los refrescos eran de un litro y ahora son de tres litros". Ella misma explicó que una persona puede estar desnutrida si no consume los nutrientes suficientes o si su dieta no es balanceada, aunque "una persona puede ser obesa y eso no quiere decir que esté bien nutrida".
El experimentado investigador especialista en el tema de pobreza del Colegio de México, Julio Boltvinik Kalinka, comentó que el problema de salud que representa la obesidad es más grave que la desnutrición. "Es relativamente barato tomarse un refresco para cubrir las calorías que se necesitan para el día, pero no los nutrientes".
Según un estudio en materia de nutrición, más de la mitad de los mexicanos (56%) consume refrescos durante la comida, y un porcentaje inferior, aguas frescas y agua natural.
La gran paradoja de la nutrición en México es que, por un lado la prevalencia de la desnutrición y sus efectos, y por otro, emerge el sobrepeso y la obesidad, sobre todo en mujeres en edad reproductiva y niños menores de cinco años. Aunque la prevalencia exacta de la obesidad en niños mexicanos se desconoce, los especialistas aseguran que es alta y tiene una fuerte tendencia a aumentar. Resultados de la Encuesta Nacional de Nutrición en 1999, del Instituto Nacional de Salud Pública, registra las señales de alerta: La prevalencia nacional de sobrepeso y obesidad fue de 19.5%. Al aplicar el factor de expansión a la muestra del estudio, se estimó que existen 2 millones 919 mil 657 niños en edad escolar con sobrepeso y obesidad en México. La Ciudad de México y su región son los más altos índices de sobrepeso y obesidad (26.6% y 25.6%, respectivamente).
Le dicen Sugar baby. Es una desnutrición por un excedente de aporte calórico por conducto de carbohidratos, básicamente por los azúcares refinados, que se presenta cada vez más en las comunidades rurales por el consumo de alimentos chatarra y refrescos. "La penetración de la red de distribución de Bimbo, está sustituyendo el consumo del pan doméstico y tortillas", explica el presidente de San Miguel Proyectos Agropecuarios, una empresa que promueve la reconversión del cultivo del amaranto.
Según los médicos, la desnutrición de un niño se mide en dos fases: amanciación (bajo de peso), y desmedro (bajo de talla). La primera repercute en la segunda y se debe a una desnutrición calórica y proteica. Es rural, y tiene una clara y mayor incidencia en las zonas indígenas, donde la dieta básica de los niños está compuesta por tortillas, chile, frijol (cuando la cosecha lo permite) y quelites. Pero ahora, dice el mismo empresario, "lo que estamos viendo es un debilitamiento de las cadenas alimentarias locales en beneficio de los gansitos".