LA CONSTRUCCIÓN DE LOS PUENTES
Asociación de Psiquiatría y Salud Mental de La Laguna A.C. (PSILAC)
Para muchos, estos buenos propósitos del mes de enero no necesariamente son tan ambiciosos y grandiosos, sino que se limitan a fórmulas más simples y realistas, de objetivos que se puedan lograr a corto, mediano o incluso a largo plazo. Para ellos, ya no se trata tanto de la acumulación de riquezas, sino sencillamente de pensar en algún método que les facilite el organizarse mejor en lo que respecta a sus gastos para apretarse el cinturón, a través de la elaboración más práctica de presupuestos y de una mejor administración de sus pocos, muchos o regulares ingresos, una costumbre no siempre popular entre nosotros. El dispendio, la mala administración y el magro hábito del ahorro en nuestro medio, en el que los billetes y monedas parecen quemar las palmas de las manos de quienes los obtienen, para sucumbir ante las tentaciones de un consumismo vano y superficial que ofrece tantos productos sin sentido, determina el que se gaste compulsiva y desorganizadamente, de manera que se abarrotan las deudas en las tarjetas, y la cuesta de enero se prolonga por el resto del año, ante jugosas tasas de interés que terminan por abrumar y ahorcar a sus dueños.
En una cultura como la nuestra, hace falta estimular ciertas cualidades de las que desgraciadamente carecemos, tales como la planeación, la organización, la buena administración, el ahorro, la constancia y la disciplina para mantener tales propósitos, ya que como sabiamente reza el dicho popular, somos "llamarada de petate". Ahora en estos días de enero, hemos terminado de celebrar jubilosos o depresivos, alegres o ansiosos toda esa serie de fiestas populares hasta finalmente alcanzar la meta del "Guadalupe-Reyes", con "los reyes" a caballo, en camello, en elefante o en cualquier otro tipo de vehículo que se encuentre al alcance de nuestras posibilidades, ya sea para "hacernos rosca" y celebrar nuevamente en espera de "la candelaria", de modo que tengamos nuestro último pecado digestivo de alimentos y bebidas, con la firme promesa de que "ora sí" le entraremos de lleno a las dietas y al ejercicio, porque al fin y al cabo, "el bosque", "la alameda", "la deportiva" y los parques siguen ahí y no se van a escapar, al igual que las caminadoras y los gimnasios. Planear, soñar y poner en voces o por escrito nuestros buenos propósitos no necesariamente es difícil ni complicado, me parece que todos lo logramos rítmicamente y al unísono, con mucha motivación y los mejores y más sinceros deseos una vez que nos podemos despertar el día primero o el día dos. Los problemas y los obstáculos se empiezan a presentar posteriormente, cuando nos percatamos que precisamente carecemos de esa buena planeación, administración y organización de nuestros horarios y recursos, cuando empezamos a descubrir que no hemos sido disciplinados ni constantes en nuestras actividades para lograr los objetivos, y que desgraciadamente al igual que muchos de los puentes que intentamos construir en el pasado se quedaron a medias sin terminar, se cayeron, se derrumbaron y terminaron en el fracaso rotundo, ante nuestros ojos sorprendidos, que se niegan a cuestionar, a examinar y a revisar con honestidad la verdadera causa o causas de dicho fracaso, sin que para ello tengamos que inventar excusas o culpar a los demás, como un estilo de evitar mirarnos a nosotros mismos. Enero, no es sólo el inicio de un año, y el momento de echar a volar nuestras ilusiones y nuestros buenos deseos para darles forma en planes específicos; enero es también la época del año que nos permite acercarnos más íntimamente a nosotros mismos para explorarnos, reconocernos, valorarnos y hacer un mejor balance de nuestros defectos y nuestras cualidades, lo que obviamente nos permitirá diseñar mejor nuestros buenos propósitos y construir entonces nuestros puentes, sobre más bases mucho más firmes y realistas de acuerdo a quienes somos cada uno de nosotros (Continuará).
