Asociación de Psiquiatría y Salud Mental de La Laguna A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICAMEXICANA
(DÉCIMA SEXTA PARTE)
Para construir puentes en el sentido más concreto de la palabra, se requiere definitivamente además de los sólitos materiales de construcción que en ello se utilizan, el hecho de que una vez terminada tal obra de ingeniería, se le añada un sistema de signos, luces y señales que permitan su uso, y que también faciliten el orden y la fluidez en la circulación en el mismo. La repavimentación de nuestra ciudad aunque parece haber disminuido el fogoso ritmo con el que inició durante el mes de enero, y todavía nuestros vehículos enfrentan kilómetros y kilómetros de calles y avenidas descuidadas, destartaladas, y en estado de desastre, se replantea la misma situación. Es decir, que esas amplias superficies grises recién maquilladas, requieren con urgencia de la otra importante mitad de su maquillaje, que es la que se refiere al necesario buen sistema de señalización en lo que respecta a carriles, cruceros, áreas de peatones, etc. Seguramente, una vez cumplido ese requisito, tenemos fe en que un cierto tipo de orden y de disciplina que son indispensables retornará a nuestro sólito y caótico estilo de circulación vehicular, tan característico no sólo de La Laguna, sino del país en general. A pesar de nuestro temperamento brioso y acelerado, impulsivo e impaciente, de origen genético, hereditario, típicamente cultural o consecuencia de la época que nos ha tocado vivir en este mundo tecnológico y consumista, la realidad es que requerimos de cierto grado de orden y de disciplina para vivir y sobrevivir si queremos que nuestra relaciones interpersonales se mantengan de la mejor manera, aún en nuestras calles y en este ambiente urbano tan efervescente que estamos viviendo en el presente.
La comunicación entre los seres humanos no se lleva a cabo exclusivamente a través de la palabra y del lenguaje hablado, sino que también y por fortuna, contamos con un extenso sistema y repertorio de gestos, miradas, movimientos, posturas y señales en general que pertenecen a lo que conocemos como el lenguaje no verbal. Gracias a este tipo de lenguaje somos capaces de comunicarnos los unos con los otros sin importar si hablamos o no el ruso, el chino, el árabe, el griego o cualquier otro idioma de los tantos que se utilizan a lo largo y ancho de nuestro planeta. El lenguaje no verbal está mucho más íntimamente conectado con lo más profundo de nuestras raíces, de nuestros sentimientos y emociones, abarcado todo ello en esa enorme y oscura área que cada uno poseemos en nuestro interior, y que Freud consideró como "nuestro inconsciente". Se trata por lo mismo del primer estilo de balbuceo o del primer intento de comunicación que emite cada bebe en su infancia temprana para relacionarse con sus padres, con su familia y con su entorno, un estilo de lenguaje que perdura a lo largo de la existencia en todos nosotros, aún a pesar de la forma en que desarrollamos las palabras, la escritura y los demás signos que utilizamos para comunicamos. Los gestos, las sonrisas, el llanto, los gritos, los pujidos, los aullidos, el pataleo y tantas otras señales con las que cada bebé expresa sus necesidades y emociones básicas, así como sus estados primarios de ánimo, de satisfacción o insatisfacción, se convierten en todo un estilo de idioma no siempre fácil de interpretar que las madres y los padres, o demás adultos al cuidado y servicio de ellos tenemos que aprender en forma constante y pacientemente, si deseamos mantener un estado de orden, de equilibrio y de armonía en el vínculo que se desarrolla entre unos y otros, especialmente cuando se trata de la relación con nuestros propios hijos en ese proceso de formación de una familia. La impaciencia, la brusquedad, el aceleramiento, la impulsividad y la poca tolerancia a la frustración al desear que las cosas se den rápidamente y sin esfuerzo, son rasgos temperamentales que generalmente obstaculizan e incluso bloquean el intento por conocer, traducir y comprender ese lenguaje inicial no verbal de nuestros bebés, lo que a corto o largo plazo tiende a dificultar la relación que desarrollamos con ellos, así como el trato y la educación que les damos. Seguramente se preguntarán qué demonios tiene que ver el lenguaje no verbal de los bebés, la construcción de los puentes y la repavimentación de la ciudad, así como su sistema de señalización. Sí tienen la paciencia para seguirme en esta columna, trataré de responder a esa pregunta en los próximos domingos (Continuará).