Asociación de Psiquiatría y SaludMental de La Laguna A.C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
(DÉCIMA NOVENA PARTE)
Hace un par de semanas, comentaba sobre la relación que puede existir entre el desarrollo de ese lenguaje no verbal con el que aprendemos a comunicarnos cuando somos bebés durante nuestros primeros años de vida, con la repavimentación de las calles de nuestra ciudad, el sistema de señalización de las mismas y la construcción de los puentes, tema básico que he tratado de mantener en esta columna en los últimos meses. Pues precisamente, se ha podido descubrir antropológicamente, a través del estudio de las diversas razas y culturas que pueblan nuestro planeta, que ese sistema de gestos, muecas, sonidos, movimientos, signos, miradas, sonrisas y tantos otros indicadores que constituyen ese amplio y tan diverso repertorio de señales mediante el cual logramos comunicarnos unos con otros los seres humanos, aún sin el uso de la palabra, viene a ser definitivamente un muy efectivo y completo sistema universal para la interacción de los individuos, indistintamente del idioma o lenguaje que se haya aprendido durante el desarrollo.
Para quienes han viajado en el metro de la ciudad de México, seguramente les resultará familiar este ejemplo en cuanto al ingenioso tipo de sistema de comunicación no verbal que ahí se utiliza, como un sistema lógico, sencillo, completamente universal, y que por lo mismo puede ser entendido por cualquier persona, sin importar su nacionalidad, cultura, raza, el tipo de idioma que hable o su nivel educativo, sea o no analfabeta. A pesar de que cada estación del metro está señalada por su nombre escrito, cada parada se encuentra indicada a la vez por una especie de pictograma o imagen que intenta simbolizar precisamente el nombre de la estación, muy al estilo quizás del sistema que utilizaban los antiguos egipcios en su escritura jeroglífica inicial. Como ahora sabemos, al igual que sucedía entre los mayas o los aztecas, tales pictogramas jugaban un rol muy importante para la comunicación, en una época en la que leer y escribir estaba limitado a una minoría de la población, puesto que la mayoría no tenía acceso a dicho aprendizaje. En la Edad Media y en los siglos subsecuentes en Europa, sucedió algo semejante, cuando la mayoría de la población en todos los territorios no sabía leer o escribir, lo que a su vez siempre ha representado una cómoda forma de dominio y sumisión, al mantener la ignorancia y evitar así las rebeliones populares; algo que ha sucedido a lo largo de la historia de la humanidad y que aún se mantiene presente todavía en nuestros días en México y en muchos otros países del tercer mundo. En ese entonces, la educación religiosa y la evangelización de los fieles era posible gracias al uso que se le daba a la pintura y a la escultura en las iglesias, cuando las historias bíblicas y religiosas en general podían ser representadas y transmitidas ya fuera a través de las pinturas al fresco o en los cuadros que solían cubrir sus paredes y retablos, un tanto parecido al sistema utilizado en nuestros días por los comics, y que en forma de pictogramas y escenas con sus respectivos personajes servían para educar a las personas. Pero igualmente ocurría, tanto mediante los tallados y las esculturas que adornaban los altares, al igual que en el tallado minucioso de los portales y las fachadas de los templos, o en las delicadas figuras de los capiteles en las columnas del interior de los claustros; para convertirse así en un sistema sumamente efectivo para la educación de los fieles. Es interesante notar que en el presente, este tipo de sistema de comunicación a través de imágenes, figuras e iconos no sólo sigue presente, sino que ha alcanzado un desarrollo tan enorme e increíble, como lo podemos notar en el uso de los medios cibernéticos, al grado que hasta parece existir inclusive un cierto grado de pérdida de los niveles de alfabetización en nuestros jóvenes, tan acostumbrados precisamente a comunicarse nuevamente en este estilo (Continuará).
