CAPÍTULOESTATALCOAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICAMEXICANA
VIGÉSIMA SEGUNDA PARTE
Estamos en los inicios del mes de mayo, el quinto del año, pasadas ya la Semana Santa y la de Pascua, como sólitos períodos vacacionales para unos y no tanto para otros, recién finalizados todos los festejos imaginables en honor a los niños, que seguramente los deben haber disfrutado, mientras paralelamente agotaron las energías de los padres y los maestros que los organizaron. Por fortuna la festividad llegó en ese momento preciso en el que encontramos la oportunidad para poder reposar y descansar plácidamente al día siguiente, en ese cómodo, práctico y conveniente sábado convertido este año en un "DÍA DE TRABAJO MÁS" más, así con mayúsculas. Naturalmente, que cuando un día festivo se presenta durante el fin de semana, rompe los esquemas y paradigmas más ortodoxos de nuestra cultura nacional de celebraciones, de modo que se debe recurrir de inmediato al uso de algún espontáneo e improvisado plan B, como así sucedió ahora automáticamente, en que se dio la pauta necesaria para echar a andar nuestro sólido y siempre alerta engranaje burocrático que respondió de inmediato con esa típica, intempestiva y laboriosa construcción de nuevos y prolongados puentes. Es en verdad un fenómeno fascinante, la rapidez y el dinamismo con el que somos capaces de armar ese tipo de puentes en un abrir y cerrar de ojos, mientras aquellos otros, los de piedra y concreto que son indispensables para agilizar el tráfico y la comunicación vial de nuestra comarca, permanecen como intocables obras negras por períodos de meses y hasta años sin que nadie se acuerde de ellas, como todavía es el caso de varias obras pendientes de darles seguimiento y en necesidad de "ser rescatadas". Así pues, en el corto lapso de una semana, y anunciado a todas voces por la SEP como el lógico triunfo de nuestras luchas sindicales y demás etcéteras, que justifican este tipo de construcciones, se echó a andar el puente de casi el 30 de abril al 5 de mayo, con el seguro beneplácito de estudiantes y maestros, que afortunadamente no incluyó a las universidades. Es verdad que se trata de un fenómeno que encaramos repetidamente a lo largo de todo el año, pero aún más en este primer semestre, que usualmente termina por encogerse hasta convertirse académicamente en un tímido bimestre hábil, o con mucha suerte en un trimestre, y algunos planteles hasta lo tratan de estirar como un cuatrimestre. Quizás un estado de júbilo tardío o la excitación prolongada del espíritu primaveral que perdura durante estos primeros meses, ha convertido al mes de mayo en ese período especial del año, en el que solemos festejar todo aquello que sea digno y posible de festejar, como una forma de agotar nuestros recursos antes de que se termine la mitad del año.
Hace mucho tiempo, cuando éramos universitarios, después del período usual de las vacaciones de verano al final de los cursos, solíamos bromear sobre el hecho de que una vez que entrábamos nuevamente a clases a la Universidad, en ese preciso momento terminaban las vacaciones cortas, pero empezaban las vacaciones largas, puesto que al entrar a clases nos enfrentábamos generalmente a un calendario repleto de días inhábiles, festivos, con toda clase de ausencias justificadas e injustificadas, huelgas, paros, puentes y todo tipo de celebraciones, lo que al final del ciclo escolar resultaba en un calendario académico bastante endeble y más o menos encogido, que no siempre se lograba aprovechar del todo. El mes de mayo es precisamente el preludio de las ya cercanas vacaciones cortas, mes en el que una vez más, se estarán construyendo de seguro ese tipo de puentes que se van prolongando desde el primero de mayo, en que sin trabajar también lograremos conmemorar el día cinco con una batalla más, no sólo en Puebla, sino en cualquier otra ciudad como es la moda actual, y que quizás tampoco nos importe mucho en cual, porque al final, se viene a convertir en una más de tantas otras. Así después podremos festejar a todas las madrecitas mexicanas en ese sólito día diez, para luego entrar en estrecho espíritu de solidaridad con la docencia y los maestros para el quince, y naturalmente con los estudiantes para el día 23, en una cultura tan democrática como la nuestra, en la que no hay lugar para los resentimientos ni para las discriminaciones, porque al fin y al cabo, todos somos parejos, y la democracia la formamos todos como nos han indoctrinado nuestros políticos. Así pues, primaveral y florido, mayo anuncia las múltiples construcciones de puentes no sólo en nuestra comarca, sino en todo el país, además de cualquier otro tipo de festejo que nuestra inquieta y creativa imaginación todavía no haya inventado, y que seguramente se encuentra en estado de incubación en algún rincón de México, porque al fin y al cabo, todavía no estamos todos los que somos y aún nos quedan muchos olvidados sin festejar, que también requieren de sus respectivos puentes (Continuará).