Asociación de Psiquiatría y Salud Mental de La Laguna A.C. (PSILAC)
LA CONSTRUCCIÓN DE LOS PUENTES
Los episodios más recientes ocurridos en nuestra comarca, y que se repiten día a día, semana tras semana en el último par de años, que nos hacen tan famosos al cubrir los titulares de los noticieros nacionales e internacionales, y que se han convertido en dramáticas experiencias cotidianas, quizás confirman una vez más el poco valor que se le da a la vida en nuestros días, con la imagen de José Alfredo Jiménez en el fondo, que lo sigue cantando a todo pulmón. Parece que estuviéramos en el centro de una especie de preparación para la celebración septembrina de un bicentenario verde, blanco y colorado, más colorado que verde y blanco, que se está perfilando como una serie de cambios muy radicales, que se extienden a lo largo y ancho del país como un intento para revivir la memoria del movimiento de Independencia en 1810, y el de la Revolución en 1910, pero sin que sepamos a ciencia cierta el nombre que le daremos a este nuevo estilo de celebración para el 2010, o ni siquiera lo que ello signifique.
Definitivamente, nuestros orígenes como mexicanos, nos remonta a una mezcla genética de tantas sangres de pueblos y razas mediterráneas y europeas que nos conquistaron por un lado, combinados a su vez con las propias variedades de raíces étnicas mesoamericanas, cuya amalgama ha propiciado ese sincretismo popular y religioso que nos ayuda a comprender en buena parte la historia del folklore que nos envuelve y que explica la presencia de tantas de esas fiestas y celebraciones que igualmente podemos considerar paganas o religiosas, pero que nos pertenecen y forman una parte muy significativa de nuestra cotidianeidad. Se trata de una herencia importante que hemos recibido de nuestros antepasados a través de los siglos y cuyos ecos siguen resonando y manifestándose en nuestras costumbres y experiencias aún en el presente, transformadas en festejos y celebraciones a las que les hemos dado nombres diferentes, pero que en el fondo pertenecen a esas mismas raíces de donde provenimos y parecen mantener el espíritu y el significado original del pasado. En esa forma y estilo construimos nuestros puentes entre el pasado y el presente, entre nuestros orígenes y el ahora, para seguir tejiendo la historia conforme la experimentamos día con día, lo mismo a base de la inercia cotidiana, que de la excitación de cada una de tantas fiestas y celebraciones que seguimos creando.
Hemos rebasado ya la primera mitad del mes de mayo, para ir abandonando una tras otra las diferentes celebraciones que lo caracterizan. Tenemos frente a nosotros la segunda y última mitad, para continuar y terminar con los festejos, que se unirán además a los exámenes, las graduaciones y el fin de cursos de nuestro sistema educativo, que posee esa increíble habilidad elástica de transformar dos o tres meses hábiles en todo un semestre completo. En unas semanas más, se iniciarán los períodos de vacaciones en tantas de las instituciones superiores, y habremos terminado así la mitad de un año académico más, pero también de un año que consta de doce meses y que se desliza rápidamente sin que logremos detenerlo.
Quienes tomaron decisiones importantes en enero, al comenzar el año, seguramente se estarán preguntando en qué nivel y etapa se encuentran en este momento respecto a los proyectos que planearon entonces, a los puentes que diseñaron y a los resultados que han obtenido consecuentemente, de acuerdo a su capacidad de ser pacientes, constantes, firmes y fieles a sus principios; es decir a su capacidad de ser disciplinados (Continuará).
