CAPÍTULO ESTATAL DE COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
(VIGÉSIMA QUINTA PARTE)
Están finalizando esos períodos de tiempo académico que todavía nos atrevemos a llamar semestres, a pesar de que desde el punto de vista práctico, de eficiencia y de niveles de productividad, tienden a encogerse a dos o tres meses, o hasta acaso algo que pudiéramos llamar cuatrimestre, lo que en ocasiones nos hace cuestionar los resultados. En este momento en el que se vislumbran los exámenes finales, las graduaciones y el cierre de los ciclos escolares, es justo preguntarse lo que se ha venido planteando en esta columna desde enero, desde el inicio de nuestro nuevo año del 2010, que ya se ha avejentado al avanzar hasta la mitad. ¿Se habrán logrado las metas y objetivos que se plantearon en los programas académicos, respecto al aprendizaje y al aprovechamiento de los estudiantes no sólo a partir de este mes de enero, sino desde el pasado agosto, cuando empezaron los ciclos académicos? ¿Se habrán podido cubrir tales programas a lo largo de un tiempo y un proceso que se torna demasiado flexible y elástico en todos los sentidos? ¿Habrá sido posible la construcción de tantos puentes que se han idealizado en los inicios de cada uno de estos semestres y de estos ciclos escolares? ¿Se habrán podido llenar las expectativas de cada una de las instituciones educativas que existen en nuestra comarca, no sólo en cuanto a los niveles básicos, sino también en los elementales, los medios y los universitarios, e incluso en aquéllos que pertenecen a los superiores de postgrado? Este período que abarca parte de los meses de mayo, junio y julio, se convierte generalmente en ese espacio final de los ciclos escolares que sirve idealmente para la revisión, el análisis y la reflexión sobre los resultados obtenidos a lo largo de todo el ciclo. En esa forma vendría a representar una especie de resumen importante, en el que se buscaría abarcan una serie de conclusiones finales que servirán a su vez para poder definir el porcentaje logrado en cuanto a los objetivos educativos que se esperaban dentro de cada nivel y de cada institución educativa. Ello naturalmente les permitiría a cada una evaluarse individualmente, conocer y medir sus resultados y a la vez ubicarse dentro de sus respectivos contextos. A su vez, este proceso les permitiría utilizar tales resultados para las modificaciones y correcciones necesarias a sus programas en el siguiente ciclo, en aquello que se haya detectado como puntos débiles o vulnerables. Asimismo y por otro lado, los resultados de esta revisión revelarían las áreas valiosas y de fuerza que necesitan ser apoyadas, precisamente para mantener esos resultados positivos que se lograron.
Me parece que realmente una revisión y valoración de este tipo, no debería ser una labor que le correspondiera llevar a cabo exclusivamente a cada institución educativa. En el fondo, creo que el cierre de cursos se convierte asimismo en una excelente oportunidad para revisar y valorar los resultados de las expectativas que se marcaron al principio del año escolar, tanto en los maestros, como en los estudiantes y muy definitivamente en los padres y las familias de estos últimos, que han puesto sus miradas y sus cuidados en ellos a lo largo de todo el ciclo, puesto que han invertido su dinero, su tiempo, su amor, su buena voluntad, su esfuerzo y todos los demás recursos disponibles para facilitarles lo que hemos dado en llamar "una buena educación". Ahí me parece que radica fundamentalmente una buena parte de ese concepto de construir los puentes, puesto que la educación académica de todos nosotros a lo largo del tiempo en las instituciones educativas de nuestro país, representa definitivamente la construcción de un superpuente, que es la formación y el modelado de la estructura interna tanto psicológica, como sociocultural de cada uno de los niños y niñas, de los muchachos y las muchachas que forman parte de ese conglomerado estudiantil que abarrota las aulas (Continuará).
Asociación de Psiquiatría y Salud Mental de La Laguna A.C. (PSILAC)
